Impotencia
Mi corazón estaba acelerado, las lágrimas prometían brotar, un grito
quería salir, pero respiré muy profundamente para calmarme. Si no lo
hacía, era obvio que le gritaría barbaridades al estúpido profesor. Porque no quise acostarme con él, ahora me quería raspar la
materia.
—No cambiaré la nota, no te quiero escuchar,
así te vas a quedar —me repetía una y otra vez, sin dejarme hablar.
La impotencia me embargó, el tipo me iba a raspar la materia. Aplazada por primera vez en mi vida. Sentía unos deseos irrefrenables de arrancarle la sonrisita que tenía, la prepotencia al hablarme. No aguantaba las ganas inmensas de golpearlo hasta el cansancio. Alguien, alguna vez, tenía que darle un parado. ¿Cierto? Quizás seré yo, porque ya no aguantaba. Se iba a arrepentir de lo que me hacía. Toda la escuela se iba a enterar, no cabía duda.
La impotencia me embargó, el tipo me iba a raspar la materia. Aplazada por primera vez en mi vida. Sentía unos deseos irrefrenables de arrancarle la sonrisita que tenía, la prepotencia al hablarme. No aguantaba las ganas inmensas de golpearlo hasta el cansancio. Alguien, alguna vez, tenía que darle un parado. ¿Cierto? Quizás seré yo, porque ya no aguantaba. Se iba a arrepentir de lo que me hacía. Toda la escuela se iba a enterar, no cabía duda.
Derechos Reservados
Imagen Pixabay - Arcaion
Dayana Rosas S.G.
0 comentarios
Publicar un comentario