EL OBSERVADOR

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EL OBSERVADOR



Su piel canela tan hermosa, su voluptuosidad aplastante, su cintura delineada al son de las montañas, sus extremidades tan tiernas como aves. Toda ella es un canto celestial que figuraría perfecto junto a mí.


Pero no me escucha, no me ve, la vislumbro en las sombras de mi habitación, a través de esa ventana que es mi perdición. ¿La tendré alguna vez?


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Dayana Rosas


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