DAME UNA OPORTUNIDAD III

4 comments

DAME UNA OPORTUNIDAD

¿UNA ILUSIÓN?


Ava trepó por el árbol como si fuera una ardilla, con rapidez, destreza y delicadeza. En apenas segundos estuvo en lo más alto, apoyándose en las ramas para poder agarrar de las cuerdas el cuerpo colgante de su humano. Se sentía protectora con él y no sabía la razón, pero de algo estaba segura: tenía que sacarlo con vida de allí. Estiró su brazo, tocó con la punta de los dedos la soga. Jaden la observaba desde abajo.
-Jaden, ayuda.
Su voz estaba teñida de ruego, como si le pidiera ayuda. El gran lobo empezó a aullar fortísimo, desgarradoras notas brotaban de su garganta, pero ella apenas parecía notarlo. Las  rayas se encendieron en su piel, como llamas flamantes. El viento empezó a arremolinarse en el espacio, cargado de fuerza, el juego entre el frío y el calor hacía su trabajo. El cuerpo del humano empezó a tambalearse en el aire, haciendo que gotas de sangre cayeran al suelo.
Por fin, Ava pudo sostener la soga en sus manos. Sacó una hoz de la espalda y cortó la cuerda, atrapando el cuerpo del humano, trayéndolo sobre su cuerpo. Ella miró hacia abajo. Jaden estaba listo para ser montado.
-Ese es mi chico -dijo sonriendo.
Se dejó caer sobre el animal sin ninguna dificultad, manteniendo el cuerpo sobre ella. Cuando estuvieron encima de Jaden, este echó a correr veloz como el viento. Ava estaba toda ensangrentada, sabía que el cuerpo del ser estaba gravemente herido. Para ella estaba clara una sola cosa: no lo dejaría morir allí ni de esa manera.
Lo dejó caer en su regazo, en el lomo de Jaden. Notó algo diferente en él, pero no sabía exactamente qué era. Su pelo parecía diferente, hasta su silueta. ¿Sería el mismo humano?  《Claro que es, mi olfato no mientes. Es él》, se dijo. Su voz silbó y el gran lobo corrió más rápido aún. En cuestión de segundos estuvieron en la casa de nuevo. Esta vez llevó al humano a su cuarto, a su cama. Tenía que curarlo. El asombro la nubló por unos pequeños segundos.
-¿Esto qué significa,  Jaden? No es el mismo hombre -gritó. Ava lo olisqueó de abajo hacia arriba, entornando los ojos-. Sí,  es él. Pero luce diferente.
Recordaba claramente su vestimenta de guerrero, su piel blanca, sus ojos azules y su pelo dorado. Igual que todos los guerreros humanos que rondaban por esos parajes. Pero ahora él lucía una piel morena, cabello negro azabache, intenso, más alto que antes, sus facciones más duras pero, a la vez, más pacíficas, las pestañas largas, haciendo relucir su atractivo.
-Jaden, ¿en qué nos habremos metido? Este humano no es de estos lugares, es obvio. Y peor aún,  ha tenido la habilidad de engañarnos. Todo ha sido una ilusión,  un espejismo. Nos ha hecho ver lo que ha querido. -Se quedó pensativa-. Anda a descansar, debo curarlo. Luego veremos si nos dice quién es.
Jaden dejó el cuarto sin ninguna queja. Ava se colocó al lado del cuerpo del humano sobre la cama, le quitó la camisa blanca rasgada, la armadura pesada, los pantalones negros sueltos. Todo su cuerpo estaba lacerado y marcado. Vio el talismán en su cuello, pero no se atrevió a quitárselo. Sabía que los hechiceros tenían poderes ilimitados y no quería recibir un castigo más grande.
Fue el baño,  tomó un tazón y le echó agua, agarró un pañuelo y fue de nuevo al cuarto. Pasó la tela mojada por encima de su cuerpo ensangrentado, limpiando las heridas, frotando con amabilidad. Poco a poco, unos brazos fuertes y musculosos se hacían ver. Ella se puso nerviosa y tragó, deshaciendo el nudo de la garganta. Los ojos de él se abrieron, eran verdes como la esmeralda, la miró intensamente, sonrió tiernamente y empezó a convulsionar.
-¿Qué pasa? -gritó desesperada.
Buscó en su cuerpo y vio la razón. El condenado torturador lo había mordido y pasando la lengua venenosa y viperina que tenía,  como las heridas estaban abiertas, pasó directamente a la sangre. Tenía que actuar pronto. Tomó su báculo,  golpeó el suelo, haciendo que en todo el cuarto el hielo llegara. Ava respiraba profundamente, cerró los ojos y colocó su mano fría sobre la rodilla izquierda. El cuerpo fue apaciguándose, calmándose. El frío de la mano de ella se expandió por el cuerpo de él, poseyéndolo, curándolo, erradicando de su sangre los vestigios del veneno.
La guerrera empezó a respirar fuerte, su corazón estaba acelerado por el esfuerzo,  las venas verdes se les notaban a través de su piel. Las heridas fueron cerrándose y desapareciendo, excepto los moretones, pero el cuerpo de ella iba debilitándose. Un aullido feroz se escuchó, cuando Ava cayó rendida sobre el cuerpo del hechicero, sin casi fuerzas.
Derechos Reservados
Dayana Rosas
 
Enlace para la siguiente parte:

4 comentarios

  1. Que muy buena tercera parte Dayana, tiene buen ritmo y un clima que atrapa...esa magia tuya.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ja ja ja gracias Alejoooooo. Me gusta que te atrape. Significa que va por buen camino.

      Borrar
  2. Muy buena tercera parte. Coincido con Alejandro.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias mi Juan!!!!! Por leer y por comentar. Ja ja me alegra que te guste. Ya veras la siguiente.

      Borrar