MI ESCRITOR
Ayer lo volví a escuchar,
lo volví a leer y a sentir como si estuviera aquí mismo al lado de mí. Siempre me pasa, cada vez que sé de él. ¿Cómo
puede ser que una persona tenga la capacidad de imaginarse las cosas tan
vívidas a través de otro? ¿Cómo puede ser que lo tenga tan presenta en mis
días, en mis atardeceres, en mis noches? Sí, en casi todas las noches.
Lo más extraño de todo,
¿cómo puedo creer que lo conozco?, si ni siquiera lo he visto una sola vez.
Además, tampoco sabe que me existo. Pero
con cada palabra suya, cada sensación, cada sonrisa, me pierdo. Conozco todo lo
que quiere que conozca, como todas y todos los que lo leen, pero más allá nada.
Es todo un misterio, toda una sensación, todo un reto.
Me he dado cuenta, desde
hace tiempo, que me llaman los retos. Y lo peor de todo, es que casi nunca
logro descifrarlos como quisiera. Él es uno de tantos. ¿Habrá manera de que
pueda descubrir su coraza, de que no se proteja? Río por mi pensamiento tan
estúpido.
Es un artista, como una
divinidad de esas que salen en las novelas épicas, como si fuera el héroe más
esperado. Yo, pues yo solo soy una simple lectora que quiere creerse que él es
tal y como lo imagino cada vez que cierro los ojos. ¿Acaso estaré loca o soy
una masoquista?
Pero no puedo negarlo, me
arden los dedos por escribirle, por hacerle ver que existo y que estoy, aunque
solo sea para conocerlo y más nada. Porque si estamos claro, debe ser un hombre
magnífico y, por tanto, debe tener una hermosa familia, unos hermosos hijos,
una hermosa mujer a la que debe entregarle todas sus caricias, toda su intensidad
y todo su amor.
Me conformo con que sepa que
estoy, que lo leo, que me gusta su forma de escribir. Me conformo con saber
cómo es, físicamente y anímicamente. Todo de él es curioso para mí. Todo.
Pero cuando mis manos van a
abrir el chat para comunicarme con él, la vergüenza puede más que y desisto de
tal empresa. Por eso, para dar rienda suelta a estos dedos que no quieren
quedarse quietos, escribo esta carta para mí misma, dando constancia de lo cobarde
que soy y de lo sensata también.
Escribo mis últimas líneas
como si fueran para él:
«Gran escritor, tus palabras
me hechizan, me dan vida, ternura y placer. Creo conocerte de toda la vida y
quisiera estar en frente de ti para poder observar cada ademán que tienes.
Conocerte todo, porque yo quiero ser tuya».
Diario, jamás te abras para
otro que no sea yo, no me descubras ante nadie, que no soportaría la vergüenza y
ña desdicha de ser expuesta.
Mañana escribiré de nuevo,
quizás de mi escritor.
Derechos Reservados
Autora Dayana Rosas (Nix)
Imagen Pixabay
Edición de Imagen Dayana Rosas
Quién fuera escritor y tuviera el poder de seducir a sus lectoras...
ResponderBorrarJa ja ja ja ja. Tú eres escritor. Ja ja ja ¿Quién dice que no lo haces? Seguro que sí. Ja.
Borrar