EL BOSQUE DE LA PEREGRINACIÓN 2. EL DESPERTAR DE MIDAN

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EL BOSQUE DE LA PEREGRINACIÓN
EL DESPERTAR DE MIDAN




Seguimos el camino del gran bosque. De vez en cuando miro a mi Katya para observar sus ademanes. Algo en ella ha cambiado. No sé decir si es su postura, su esencia, pero algo de ella ya no es lo mismo. Cada vez que me la observo, sus ojos pactan con los míos, llenos de calma y de cariño. Me envuelve por completo. Realmente me transmite esa paz que se aflora en ella.

Pero la incertidumbre todavía toca mi corazón. ¿Qué podría pasarme a mí? Nunca he sido tan especial como ella, ni tan temeraria. Aunque las dos hemos recibido las mismas clases, entrenadas de la misma manera, Katya siempre ha sido más fuerte. Ahora entiendo el porqué. Es una guerrera, llena de poder, calma, sabiduría y estrategia. ¿Qué me toca?

Sin darme cuenta, caigo por un desfiladero. Ruedo como un tronco por la empinada. Algo me detiene, aunque no siento ningún golpe fuerte en el cuerpo. Al abrir los ojos, subo mi visión y allí está. Mi gran amiga sosteniéndome para no seguir en la caída. Su espada está clavada profundamente en la tierra, para mantenernos en ese lugar. ¡Increíble!

De alguna manera hemos llegado hasta aquí. Este paso nunca lo habíamos visto en las veces recorridas estas tierras. Katya me sostiene, sus ojos y sus tatuajes brillan más y más, en la medida que va concentrando su fuerza.

Vamos, Sgòthan. Ayúdanos. Tenemos que sacarla de aquí.

La espada brilla más y más, como si estuviera asintiendo a lo que su portadora le dice. Poco a poco, se va resquebrajando la tierra en la que está encajada Sgòthan, su color se va tornando amarillento, avecinando peligro. Mi amiga me toma más fuerte de la cadera. La miro con súplica, pidiéndole que me suelte, que me deje y que ella se vaya. Si salgo de esta es por mi propio mérito, sin culpabilidad. Si ella muere todo para mí habrá acabado.

No te voy a dejar. ¿Estás loca? Nunca.
Déjame, Kat. Sigue el camino que has encontrado, si no puedo encontrar el mío, no valgo la pena.
Que no. Déjame buscar la manera.

Observa todo el panorama. Un tronco aparece de la nada, dándonos esperanzas de salir de allí. Cierra sus ojos y la energía entrar más vigorosamente, la recorre entera. Cuando vuelve a abrirlos, la decisión está grabada en ella. Me toma de alguna manera que no logro comprender, sus brazos son hercúleos. Me lanza sin aviso hacia el árbol, que se encuentra casi llegando a la cima de donde hemos caído.

Siento como vuelo, como la brisa me golpea la cara; también cuando caigo sobre la grama al lado del árbol, me agarro con fuerza a él.

Ahora es tu turno Kat ―le grito.

Flexiona su pierna en el suelo para darse impulso y alcanzarnos. Pero no tiene suficiente tiempo, el tumulto de donde está sujeta cae estrepitosamente. Veo como se despide con sus ojos, una lágrima cae sobre su mejilla.

¡Nooooooo! ¡Katya!

Ni un grito se escucha, solo ella cayendo, junto con lo demás. La resignación en su cara. ¡No, no , no, no por mi culpa! Algo dentro de mí empieza a emerger, más fuerte lo siento en la medida que Katya se acerca al suelo para su final. ¡Ahhhhhh!, un dolor se instala en mi espalda. Grito fuerte, para aliviar la sensación. Los omóplatos no los aguanto. Me abrazo a mí misma, lo que hace que suelte el tronco y caiga, al igual que mi amiga, al precipicio.

No me importa, solo siento el dolor y la cara de mi hermosa guerrera. Los ojos de terror cuando ve que caigo como ella es indescriptible. Empieza a moverse como si quiera llegar donde estoy. Su cuerpo sigue cayendo y mi mente no lo puede soportar.

¡Despierta, Midan! ―escucho un grito que me sacude.

Siento como la energía me recorre completa, como abro mis alas, las que salen de mi espalda. Mis ojos son completamente marrones, lo veo tan distinto. Metros y metros de espacio, todo en un segundo. Escucho una risa de triunfo. Katya. La busco entre los elementos que caen, si felicidad es completa. Lo que sentimos la una a la otra nos embarga. Pero mi necesidad en ese momento es de protección. Sin saber cómo, salgo volando como flecha hacia su dirección. No voy a poder llegar, no me dará tiempo. Intento ir más deprisa, pero no logro controlar mi velocidad, ni mi fuerza.

Más, más y más cerca está del suelo y no logro llegar a ella. La calma de su aptitud me perturba., no logro entenderla.

He cumplido mi trabajo, Midan. Protegerte y despertarte ―la escucho en mi mente.
Pero no, aguanta por favor.

Cuando ya solo falta un metro para que impacte contra el suelo, su energía se transforma, se hace impenetrable. Sgòthan reacciona de forma inmediata. Brilla con esa luz blanca que la caracteriza, la envuelve en una esfera como de vidrio. ¡Magnífico! Tengo suficiente tiempo para llegar a ella, tomarla de la mano y juntas aterrizar suavemente en el suelo. Nos damos un abrazo sentido, de necesidad, de amor, de comprensión.

Al separarnos, un pequeño cofre marrón nos antecede. Miro mi vestido blanco y mi cinturón rojo, buscando el lugar de donde pudo haber salido, pero no. No recuerdo haberlo traído antes. Algo me dice que lo tome y así lo hago. Las dos nos miramos algo asombras. ¡Pero bueno, si ya no nos hemos asombrado con lo que nos ha pasado hasta ahora, nada debería! La abro sin ningún miedo.


De pronto, dos seres se crean de la nada, como un genio de la lámpara. Al principio, etéreos, casi humo; luego, se tornan físicos y humanos. ¿Quienes serán? ¿Qué querrán?, nos preguntamos.

Derechos Reservados
Dayana Rosas

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