EL
CEPILLO DEL DEMONIO
Esa
noche me quedé dormida como a las doce, me costó mucho, pero lo
hice. Solo soñaba con el bendito cepillo que mamá botó el día
anterior, uno que estaba escondido en el ático. Sentía que lo tenía
en la mano, que ardía, que me quemaba y no podía despegármelo,
aunque tampoco quería. El ardor que me llenaba, me atraía. Le tenía
miedo, pero raramente también me gustaba. Una figura inmensa,
grande, corpulenta me llamaba, me buscaba, pero no quería ir,
sucumbir ante él. Ahora despierta, no recuerdo su aspecto, pero de
seguro era de temer.
En
la cama sudé, mucho, demasiado. De un lado al otro me moví.
Desperté completamente agitada. ¿Qué me pasaba? ¿Por qué estaba
así? El cepillo extraño tenía algo que ver, de eso estaba segura.
Pero cómo, no lo sabía. Tenía que averiguarlo. Intenté dormir de
nuevo pero . . . la alarma sonó, sin falta. El día había
comenzado.
Derechos Reservados
Dayana Rosas
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