SEGUNDA CITA

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SEGUNDA CITA





Entré a la confitería del club y comenzaron a aparecer caras conocidas. Esa noche estaban todos, hubo abrazos, preguntas, carcajadas. En un rincón, con un grupo estaba Agustina, linda y fresca más atractiva de lo que la recordaba. Charlamos un rato, nos reímos al evocar viejos recuerdos. Nos intercambiamos los celulares y prometimos llamarnos.

Obviamente, a pesar del buen rato que pasamos, no la llamé. No quise. La empresa me tenía muy ocupado y, a decir verdad, quería que ella lo hiciera primero, ver qué hacía. . . Así pasaron dos, tres y cuatro días. Mi impaciencia iba en aumento, tentado a escribirle. Pero no lo hice. Quinto, sexto día y nada. Ya estaba seguro que no me escribiría, así que dejé el recuerdo atrás. Seguiría como si nada. Pero, al séptimo escribió.

"Hola, chico. Me quedé esperando tu llamada, pero como veo que no lo harás, por lo menos te escribo yo. Me divertí mucho ese día. Me gustaría repetirlo. Espero estés bien. Besos. Agustina". Inmediatamente le respondí. Quedamos en el mismo club, a la misma hora.

Nos vimos y allí comenzó la tensión. Era más hermosa de lo que recordaba. Nos besamos y fueron chispas que desprendimos. Le toqué la suave espalda y la llevé al asiento. Reíamos, charlábamos como aquel día, solo que la química estaba entre los dos, innegable. Su mirada, su cuerpo, sus movimientos, todo era para provocarme. Eso me gustaba, ver lo que causaba en ella me volvía loco. Agustina ya había dado el primer paso, y seguía apostando por mí. Ahora me tocaba demostrarle cuánto quería que funcionara, cuánto me había cautivado. Era exactamente lo que haría.

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Imagen - Pixabay - Free-Photos
Autora Dayana Rosas S. G
 

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