SIMPLEMENTE A SU LADO XIII FINAL

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SIMPLEMENTE A SU LADO

PARTE XIII 


FINAL


Han pasado siete meses desde aquella noche, no sé decir si fatídica o de suerte. ¿Quién puede decir que fue de suerte? Solo yo. No le he escrito, no lo he hablado, ni he salido con nadie de nuestro grupo. Como bien lo prometió, no ha intentado disuadirme de lo contrario. ¡Sí, es un buen hombre! Por eso lo amo.

No había podido aceptar la idea de que se casase, pero lo hará esta misma tarde. Ahora, lo puedo manejar. No verlo, no hablarle, no saber de él me ha ayudado muchísimo. ¿Debo separarme? No, no quiero eso. Me ha dejado quedarme cerca de su vida, simplemente a su lado me siento bien, para ser su paño de lágrimas, su confidente, ser la niñera o la loca de las salidas en grupo. Decido eso, aunque sé que sufriré, pero estaré en su vida. Lo acepto.

Me visto rápidamente. En cuarenta minutos estoy en la iglesia para el matrimonio eclesiástico. Me siento en una de las sillas del medio, esperando pasar desapercibida. Obviamente, no sucede. Todos mis amigos me vitorean, me llaman y me obligan a sentar con ellos en las filas primeras.

Como es de esperar, Víctor logra verme parado frente al altar, nervioso, altivo, galante, esperanzado. Su expresión se enternece al verme, se sonríe abiertamente, con esas sonrisas de 100 mil puntos. Me doy cuenta que mis sentimientos no han cambiado ni un poco hacia él. ¡Sí, la tendré difícil de ahora en adelante! Pero no me importa, estoy y estaré siempre para él cuando me necesite.

Sonrío también, lo saludo y le deseo todas las mejores cosas en su relación y en su vida. Cuando me siento, los chicos empiezan a molestarme sobre lo perdida, lo cansina y lo fastidiosa en estos meses al ignorarlos. Me disculpo con todos, decidiendo recompensarlos a cada uno. Solo así logro que se calmen.

La música nupcial empieza a sonar, Víctor me observa y yo le sonrío, haciéndole entender que estoy bien. Sandra entra, despampanante, a la iglesia. De pronto, me encuentro pensado si eso lo llegaré a vivir yo. ¿Volveré a enamorarme? No lo sé, realmente lo espero, para ver si este sentimiento llega a apaciguarse alguna vez.

Una ceremonia hermosa, sencilla, pero muy significativa. Me he alegrado de venir. La recepción muy divertida. Bailes, música, comida, bebida. Diversión por doquier. Víctor me saca a bailar una vez en toda la noche. Solo conmigo bailó, fuera de su esposa. ¡Está loco!

Al terminar la fiesta. Todos los fuimos a despedir para la luna de miel. Todo el grupito estamos en la salida para tirarle globos y arroz, siendo una sorpresa para ellos, deseándoles las más bonitas bendiciones.

Al salir ambos, se los echamos encima, haciéndolos reír. Sandra y Víctor se ven de lo más felices juntos. Una relación tremenda, nadie debería meterse. Mi corazón ríe y llora al mismo tiempo, pero solo elijo que se vea lo contenta que me hace.

Sin esperarlo, Víctor se acerca, me da un abrazo, un beso en la frente, se despide de los demás y se marcha. Sandra se despide con un saludo. Ambos se montan en el carro matrimonial y comienzan su nueva vida juntos.

Yo, yo me quedo aquí con los amigos pasando este momento y ocultando lo que siento. Quizás todo termine cuando decida marcharme o cuando ocurra un milagro que me saque a ese hombre del corazón. Por hora, me toca sacudirme lo que siento. Música, comida y bebida es lo que tengo. Bien por mí. Vivir un día por vez será la meta.
 
Derechos Reservados
Autora Dayana Rosas S. G.
Imagen Pixabay - JimmiDominico
 

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