Siento su aliento en mi rostro, sus labios en los míos y no puedo creer lo que está sucediendo. ¡Me está besando Víctor! Mi cuerpo empieza a reaccionar y, en vez de apartarse, se acerca más. Respondo con más fuerza el beso, con más intensidad y él me deja. Pruebo sus labios, su aliento, y quedo fascinada. Quiero estar más cerca, así que me cuelgo en su cuello, aproximándome más a él. Toco sus hombros, sus cabellos, su rostro y siento todo su cuerpo. Víctor me toca con delicadeza, con intensidad y me dejo. ¡Parece un sueño! Y lo es.
Tratando de entender un poco todo, me separo de él, aún con los ojos cerrados del éxtasis.
―Sí, así imaginé que sería besarte, preciosa. ―Su respuesta me descoloca―. ¿Sentiste algo tú?
―No debiste, no debiste. Sí, por supuesto. Me has hecho confirmar mis sentimientos por ti. No es mentira. Ha sido un beso… ―no logro seguir, ruborizándome.
―Tú lo necesitabas, también yo. Lo imaginé varias veces, Lore. Cuando nos conocimos. No pretendo separarme o separarte de mí. Sí, me casaré con mi prometida porque la amo. Tú eres esa amiga que no quiero perder, pero esto nos lo debíamos los dos, desde hace tiempo. Siento no corresponderte y lamento mi pedido. Pero espero no te vayas de mi lado. Es tu elección, te quiero como amiga, a mi lado en todos los momentos. Podré no darte lo que quieres de mí, pero te protegeré siempre, porque eres parte de mi vida. Solo tú tienes la decisión.
No respondo, no digo más nada. No tengo por qué hacerlo, mis ojos lo hacen por mí. En la medida que salen, él los enjuaga con sus manos.
―Tome la decisión que tome, siempre estarás en mi corazón ―respondo, con la voz quebrada―. Cuando uno se enamora, no es algo pasajero. No se hace con sentido y queriendo, solo ocurre. Cuando es verdadero, no se olvida. ¿Cuántas veces escuché eso? Solo ahora sé lo verdadero que es. Sé feliz, Víctor. Siempre feliz, así me harás feliz a mí también.
Otro beso me brinda Víctor, tierno, delicado. No debería hacerlo pero no puedo decir que no, y eso no es bueno para mí. Sufriré demasiado al verlo con otra, pero a la vez me alegraré porque está completo. Todo se va olvidando, mientras sus labios me tocan.
―No te despidas, Lore. No lo hagas. Piénsalo, luego decide. Respetaré lo que decidas.
Con esas palabras, me toca el rostro y desaparece de la habitación, dejando a una «yo» estupefacta, impaciente y en cortocircuito.
Derechos Reservados
Imagen - Pixabay - Engin_Akyurt
Autora Dayana Rosas S. G.
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