ENAMORADA DE UN ADONIS III

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ENAMORADA DE UN ADONIS
PARTE III


La canción deja de sonar, pero no quiero separarme de él. ¡No quiero que este momento termine! Temo que cuando despierte todo se acabe y sea completamente mentira. Escucho la risa de él, eso me pone la piel de gallina y se me detiene el corazón. ¡Sí, definitivamente debe creer que soy una estúpida!

Me encanta bailar contigo, pero en este momento me gustaría que los dos fuéramos a tomar el sol. ¿Quieres?

Veo que las chicas están disfrutando de sus parejas de baile. ¡Pues también quiero disfrutar de la mía y más si él me lo ha pedido! ¡Debo aprovechar cada momento antes de que la realidad me golpee y se lo lleve todo.

Sí, quiero respondo algo avergonzada.

Su sonrisa vuelve a aparecer y un aire fresco azota mi corazón. Un suspiro quiere surgir, pero no lo dejo. Ni loca quiero que se entere de lo atraída y enamorada que me tiene. Me toma de la mano y lo sigo. Es todo lo que quiero, seguirlo por las sendas en las que él me lleve. De reojo me percato de que Elena se da cuenta que nos vamos del sitio. Eso me tranquiliza, pues no se van a preocupar cuando no nos vean.

Cuando llegamos a la tumbona intento sentarme, pero William no me deja.

No, belleza. Aquí no. En la arena. Ven.

Noto como toma dos paños en sus manos y me invita a seguirlo. Bastante cerca de la orilla los extiende, uno al lado del otro. ¡Es romántico el hombre! ¿Quién lo diría? Tan duro y serio que se muestra. ¿Quizás es solo máscara? Pronto lo descubriré.

Se sienta primero, luego me extiende la mano para ayudarme a sentar al lado de él. ¡Un hombre caballeroso y galán! Cada vez me sorprendo más. Mi pudor me puede más y me coloco en el otro extremo de la toalla. William niega con la cabeza, claramente no le gusta que lo haya hecho.

¿Por qué te colocas tan lejos? ¿Me tienes miedo?

Pues sí. Mucho miedo.

Allá en la pista no parecía dice, tratando de molestarme; lo cual logra.

Serás creído. ¡Tonto! respondo. ¿Cómo se le ocurre decirme eso ahorita? Un momento tan especial. Desvío mi mirada hacia el mar.

Mírame. No me rehuyas. ¿Me tienes miedo a mí o a ti misma? ―pregunta, algo intenso y muy serio, esperando que le diga la verdad.

La pregunta viene de sorpresa. Me siento descubierta, anonadada. Mis ojos están fijos en los suyos, sin saber qué responder. ¿Qué debería decir? Sí, tengo miedo de todo lo que podría llegar a hacer por ti. Ni que estuviera demente.

Cuando lo averigüe serás el primero en saberlo.

Eso espero, Fátima. Necesito saberlo.

¿Para qué, William? ¿Sabes?, mejor hablamos de otra cosa. En este tiempo de conocidos realmente no hemos sido amigos como se debe. Ni tú me conoces bien ni yo a ti. ¿Puedo preguntar cosas? Tú a mí si es lo que deseas.

Sí, no hay problema.

Se recuesta en la toalla y me obliga a hacer lo mismo. Los dos quedamos frente a frente uno al otro, recostados en uno de los costados de nuestro cuerpo. Sentirlo tan cerca me coloca cardíaca. Estoy segura que lo nota, pero no dice nada. Él parece que lo tiene todo controlado. !Vamos, Fátima, ¿cómo crees tú que puedes intimidar a este hombre? No estás ni tibia.

Bien. Comienzo yo ―logro decir, con la voz muy gruesa. ¿Cómo quiere que me concentre con esos ojos y esos labios tan provocativos cerca de mí. No es justo que me haga esto―. ¿Cuál es tu color preferido?

El gris. Me describe mucho.

¡Qué bien! Segunda persona que conozco a quien le gusta ese color.

¿Quién es la primera?

Mi hermana Elena. Lo tendré en cuenta para próximas veces. ¿Seguro puedo hacer toda clase de preguntas?

Sí. Hazlas.

¿Qué significan esos tatuajes que tienes? ¿La corona, la llave y las cartas? La del brazo la entiendo perfectamente. Es tu hijo, alguien muy importante para ti. ―Su cara cambia de expresión. Está pensando si decirme o no.

¿Sí? ¿Sabes que tengo un hijo? ¿Puedo pregunta cómo? ¿No te importa?

¡Madre mía! Acabo de meter la pata hasta el fondo. ¿Cómo le explico que he preguntado y he visto su Facebook? Pareceré la más acosadora del mundo. Desvío mi mirada hacia mis manos

No respondas mi pregunta con otra. No es lo lógico.

Sí, es mi hijo y quisiera que estuviera conmigo en estos momentos. Lo demás ya veremos si puedo demostrarlo.

Pues espero que quieras abrirte conmigo. ―Ahora que lo digo ha sonado pero terrible. William se ríe―. Lo sientoooooo, sonó terrible. Estoy segura que un día confiarás en mí para decírmelo. Y respondiendo a tu pregunta. ¿Me importa? No, para nada. Me parece tremendo que seas padre y que te preocupes por él, que no seas como otros que se desligan de sus hijos y se van. Por eso te admiro mucho.

Y vuelvo a irme de lengua. De la vergüenza trato de quitar la mirada, pero no me deja. Me toma de la barbilla, para tocarme con su suave mirada. ¡Muero, muero!

Gracias ―dice.

Poco a poco se va acercando a mí. El corazón está por salirse de mi pecho. Se acerca más y más, siento su mirada en mis labios y en mis ojos. Lo mismo hago yo. Además su olor, su aliento me sobrepasan. ¿Cómo puedo resistirme si me gusta tanto? No lo sé.

Más y más cerca, nuestras narices tocándose y no quiero moverme ni un milímetro. ¡Dios mío, cómo lo deseo! Tomando el control del momento, me acerco a él suavemente y lo beso, muy suave, sintiendo sus labios en los míos. ¡Tan suaves y gruesos! William no se sorprende, sino que toma mi cabeza y me aprieta más a su rostro. Posesivo, intenso. Su lengua quiere entrar en mi boca, la dejo porque es lo que necesito. Una danza de sensaciones me pasan por el cuerpo y la mente. Esta vez él está tan agitado como yo.

La pasión nos desborda y somos todas sensaciones. Lo tomo por el cuello y lo atraigo hacia mí más todavía. Los besos profundos siguen, mi mano tocan sus hombros y nuestros cuerpos se reconocen, se necesitan. Cuando siento que mi cuerpo se va inclinando hacia el suelo, a punto de sucumbir a todo, me detengo abruptamente, apenada, acelerada; y me levanto.

No volteo si quiera, a pesar que William me llama una y otra vez. No le hago caso, no puedo. Sino perderé toda mi voluntad, la que  hace para resistirme a la necesidad de él. ¡Sé fuerte, Fátima! ¡Sé fuerte!

Dayana Rosas Autora
Imagen y edición Marianny Pulgar
Derechos Reservados

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